Alberto Lescay (Santiago de Cuba, 1950), es un creador contemporáneo cubano que ha logrado autentificar el lenguaje de formas y colores.
Para caracterizarlo habría que decir, ante todo, cuánto de autóctono se enhebra y adquiere personal sentido en el escultor, pintor y dibujante, quien tiene a su haber, entre muchas otras obras, la figura ecuestre de la Plaza Monumento a Antonio Maceo, -y director del equipo multidisciplinario del proyecto-, el busto del prócer haitiano Toussaint Louverture, al comienzo de la Avenida de Las Américas, ambas en su ciudad natal, así como decenas de obras ambientales en Cuba y otros países. En la pintura deja marcas en temáticas muy cubanas, cercanas a nuestras raíces y donde se posan sus visiones de magias-ritos de una forma personal. Escultura y pintura se han movido, en el tiempo, dentro del prisma creativo de Lescay, incluso la primera, aunque volumétrica ha tenido ciertos rasgos gestuales como su obra pictórica…
Su trabajo es la señal de un mundo externo cambiante y una respuesta a íntimas obsesiones, y una reflexión sobre el espacio vital del ser humano. De su obra bidimensional y volumétrica (esculturas en bronce), emergen sentimientos y gustos, amén de las características de un trabajo en el que ha habido en el tiempo un acercamiento al Vodú, a las raíces de nuestra nacionalidad, aunque los temas favoritos que han marcado su sensibilidad a lo largo de los años han sido los problemas humanos, en términos universales. Pues de tanto pintar el espíritu, lo interno, afloran a veces figuraciones, composiciones más hacia la abstracción que se hacen un poco surrealistas, o ambientes determinados que le brindan al final lo que percibe: pintar sensaciones, recrearlas, algo que está en comunión con el hombre, desde el punto de vista de su disfrute y mundo espiritual. De ahí que unas veces se acerque su paleta a lo mágico-religioso, otras, a las formas intemporales que están en el espacio, porque nunca se ha situado un tema en específico.
Hay, podría decirse, tres Lescay: aquel que estudió en la Escuela Nacional de Arte (ENA), el que se graduó de la Academia Repin de San Petersburgo (Rusia), en 1979, y el actual, ese que mezcla en su estilo lo gestual, un acercamiento al expresionismo abstracto, la dirección no consciente del acto creador, y hasta, por momentos, una ordenación cromática emocional, aunque en estos últimos tiempos sus tonalidades son más festivas. No hasta ese punto de dar color por el color para acercarse a lo caribeño, pues para él, “el Caribe no está en los tonos sino en la atmósfera que se trasmite”. De ahí que sea característico de sus creaciones esos colores más bien oscuros con determinadas luces. Hay una especie de corrección de rumbos, como suele decir el destacado artista. En 1995 constituye la Fundación Caguayo para las Artes Monumentales y Aplicadas en Santiago de Cuba, de la cual es su presidente.