José Fuster… ¿Un Barrio de… Cerámica?

José Fuster… ¿Un Barrio de… Cerámica?

Última modificación: enero 25, 2023

Cada ciudad o pueblo tiene su artista. Si usted pasa por Jaimanitas, ese rincón costero del oeste de La Habana, acérquese a la intersección de 226 y 3era. A, Miramar. Allí podrá respirar en el hábitat de un artista original, tocar el mundo creativo de José R. Fuster y podrá ver más que una casa, un barrio de… cerámica. Un rincón de maravillas que salió de sus fronteras/paredes para llenar un reparto con su obra.

Cual galería al aire libre, el creador (Caibarién, 1946) se ha despojado de la piel (cemento, madera y metal) para dejar que la vista encuentre rápido sus creaciones en barro. Una gran portada (La puerta de Fuster, de 12 metros de ancho por 7 de alto), le dará la bienvenida. Es como un gran catálogo de toda su obra en cerámica, con trabajos antológicos desde el 1968 hasta 1997, año en que la construyó. Pero se ha desarrollado tanto la casa que es un original Palacio del Arte y la Cultura cubanas, donde los visitantes quedan maravillados ante tanta riqueza visual, plena de detalles de… cubanía. Ahora, las palabras cabalgan sobre las aventuras que el ceramista, dibujante y pintor propone ante nuestra mirada y sensibilidad.

Un día, Fuster conoció la cerámica y sus manos penetraron por los laberintos del barro. Surgió el arte enraizado en la cultura popular. La idea de esta casa nació por el año 1976, cuenta el creador, cuando fue comisario de una exposición de cerámica cubana por los otrora países socialistas de Europa. En Rumanía, específicamente, visitó un pueblito (Pestisani) donde vivió el escultor Constantin Brancusi (1876-1957) quien fuera miembro de la escuela de París. “Descubrí su mundo particular: la puerta del beso, la columna del infinito, la mesa del silencio…, y me dije: si algún día tengo condiciones haré lo mismo dentro de mi estilo”.

Pasó el tiempo y el artista continuó construyendo su obra, donde se movían, al principio los personajes del campo, los animales de corral, toda una atmósfera campesina. El año 1961 y la Sierra Maestra marcaron el tiempo y el lugar donde se inició su carrera artística, cuando era alfabetizador. Aquellos acontecimientos le dejaron una huella imborrable en todo lo que haría después. De allí son sus paisajes rurales y humanos, el fondo mágico de las montañas y los guajiros que aparecen y desaparecen sobre sus piezas. Más tarde, sus manos —sin dejar nunca el barro— alcanzaron cartulinas y lienzos, apareciendo el Fuster pintor y dibujante. Incluso en esas admiradas esculturas en bronce que llevan su firma. En ellas siguió contando historias.

El año 1996 pudo comenzar a hacer realidad el sueño: hacer, a su forma y semejanza, la casa que crezca al arte cubano. Después de cruzar el umbral-catálogo de cerámica, tropezamos, en el jardín, con la torre del gallo (una obra de 4 metros de alto, revestida en cerámica, cuya función es una cocina), que resulta además una parodia contra los machistas, y la mesa de los cubanos un homenaje a Brancusi, porque está inspirada en la mesa del silencio, y también a las 14 provincias cubanas, con personajes alegóricos como La Guantanamera, la Bayamesa, Compay Segundo… El estudio-taller, está sostenido por cuatro columnas vestidas en cerámica donde se cuentan las historias del amor y de la alegría, además de que hay plasmados recuerdos de los músicos populares y un gran homenaje a Botticelli.

Por el camino se encuentran mil sorpresas: la mesa del sol y la mesa y ventana del amor (dos corazones en un rojo vivo), la piscina… Un espacio de galería donde muestra lo último de su “cosecha”. Su mundo, como extraído de los cuentos de la infancia asoma y se corporeiza ante las retinas. Hay vacas, palmeras, guajiros, guaguas desbordantes de gente, sirenas, bailarinas de todos los colores en puntas, casas de formas atrevidas, cuyas puertas y ventanas dan al monte o a la ciudad, bicicletas. Su laboriosidad integra con eficacia un universo de fábula que nos atrapa. Los perfiles picassianos y las ondulaciones como de guiñol “burlan” la realidad. Como si reuniera todo en un solo arte, se descubren perfiles de artistas como Chagall, Dalí, Picasso, Brancusi, con su mano cubana que es FUSTER. Magia del arte.

Las creaciones en barro se reflejan en las pinturas y dibujos que cuelgan de las paredes, porque en más de una ocasión, el barroco encarcelado en Fuster ha querido hacer rimar las cerámicas con el vivo colorido del mosaico. Arriba está el taller de cerámica y después viene el estudio. Es un espacio mágico donde ahora están naciendo también hermosos vitrales repletos de la claridad del ambiente cubano que impresiona con esas transparencias de vidrio donde respira el paisaje y la vida cubanos. Una inmensa flor de ferrocemento, cerámica y cristal de 5 metros de alto por 10 de ancho corona el techo, en lo alto. En los techos de las instalaciones hay una suerte de exposición de cerámicas, donde surgen los más disimiles personajes, desde allí se puede observar el mar.

Pero Fuster, como artista cubano, del pueblo, no se encerró en la torre de marfil. El miró a su entorno inmediato, y con el apoyo de muchos y sobre todo, el suyo propio, continuó la obra hacia la calle. Las fachadas de muchos lugares: casa del médico de la familia, y decenas de viviendas, paradas de ómnibus, murales en cuanto espacio esté despejado. Habla de los países latinoamericanos; está el yate Granma con sus Comandantes y banderas cubanas; un homenaje a Gaudí porque incursiona, además, en la arquitectura con la ayuda de algunos amigos arquitectos. Hay parques y elementos de diversión para los niños (túneles, canales), bancos, todo revestido en cerámica, una labor en la que otros artistas también han participado, para dejarle esto al pueblo que le acoge.

Nota
El público francés que se acerque aquí podrá encontrar cierta similitud con Ferdinand Cheval (Facteur Cheval), arquitecto, escultor, cartero y artista francés que vivió entre 1836-1924, quien durante 33 años a partir de 1879 construyó un Palacio original en su pueblo Chateauneuf-de-Galaure, departamento de Dröme, levantado con piedras de disímiles formas, tamaños, texturas…, mezclando estilos diversos de inspiración bíblica, y la mitología hindú, que fue declarado Patrimonio Cultural, en 1969, en la época en que el novelista y político André Malraux era ministro de Cultura.

Toni Piñera
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Toni Piñera (La Habana, 1953) – Periodista por más de 30 años del diario Granma, crítico de arte y danza, profesor de la Academia Nacional de Bellas Artes San Alejandro, curador de exposiciones de arte cubano (ex director de la galería La Acacia, La Habana), poeta.

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