Desde diversos ángulos se enfrenta hoy la fotografía. José Manuel Fors (La Habana, 1956) no es un fotógrafo en el sentido tradicional del término. El reconstruye la imagen a partir de documentos captados, y manipula la experiencia perceptiva que alcanza un punto a medio camino entre abstracción-figuración. Al final queda una interesante visión fotográfica de la pintura que juega con el tiempo y la memoria del hombre.
Graduado de pintura en la Academia de San Alejandro (1976) y del Instituto de Museología de La Habana (1986), un día dejó de ordenar la técnica fotográfica y comenzó a «construirla». En ella superpone diversos elementos: objetos de escenas familiares, todo muy estrechamente unido a la naturaleza. Solas, sus imágenes pueden no decir nada. Sin embargo, la comunicación la establece cuando reúne varias de ellas en un mosaico (collage), a la manera de un cuadro donde capta sutiles detalles de la memoria olvidada del tiempo (base de su trabajo), traducida en la erosión sobre las cosas y la naturaleza circundante.
José Manuel Fors (Premio Nacional de Artes Plásticas, 2016) reúne en sus instalaciones recortes de fotografías, atados de memoria y objetos de toda índole porque aunque es conocido como fotógrafo trabaja mucho con el volumen. Su quehacer artístico se levanta como collage o assemblages de objetos/imágenes, que al principio componía con un diseño para la fotografía. Hoy, sus creaciones invierten ese postulado y “modela” instalaciones y obras como fotografías…
Para ubicar a este artista, cuya obra transpira una fuerte carga conceptualista, en el panorama de la fotografía cubana habría que retomar las palabras del investigador José Antonio Navarrete, quien lo definió desde el lejano 1993 como una rara avis dentro de ese conglomerado. “Me formé como pintor y en eso estriba mi manera de trabajar el medio fotográfico. Soy de la generación del 80, un período en que los artistas asimilaron la fotografía como medio, y que fue fundamental para lo que acontece hoy en ella».
Cuando Fors se refiere a cómo se enfocan actualmente las dimensiones artísticas o publicitarias de la fotografía, comenta que vivimos en un mundo de imágenes, y éstas son el principal medio de comunicación. «La cámara tiene un papel protagónico en este universo, incluso para la creación artística”. Y hay que añadir que conjuntamente con el tema de la memoria, la fragmentación y las acumulaciones de todo tipo son la base de donde se nutre su labor creativa. Amén que sus trabajos tienen inspiración, muchos de ellos, de la literatura, específicamente de célebres autores cubanos como Dulce María Loynaz y Eliseo Diego. De ellos, muchos versos se transforman en títulos que aportan a la originalidad de sus propuestas conceptuales. Es, sin lugar a dudas un creador en constante exploración de los límites espaciales. Entre otros importantes lauros cuenta con la medalla de oro del 49th International Photographic Salon of Japan (Tokio, Japón, 1988).