Es una artista original, siempre lo ha sido. Trabajadora, soñadora, y también realista al máximo, enamorada del ARTE, en plural. Y aunque la rodeen otros hijos creativos en su diario bregar a través de los años: pinturas, dibujos, cerámicas…, el volumen, la escultura ha sido siempre su más preciado tesoro, su brújula.
Lidia Aguilera (Santiago de Cuba), quien comenzó su formación de escultora en la Escuela de talla Clara Zetkin, y en las Artes Plásticas, en la Academia San Alejandro, es una de las más reconocidas artistas del volumen en Cuba, y ejemplo cimero de constancia, voluntad y tesón. Como lo han sido en nuestra Isla caribeña, mujeres/escultoras de la estirpe de Rita Longa, Jilma Madera… Cada una en su personal manera de tocar el volumen, y de encontrar los dioses en cada material.
Cada cierto tiempo, Lidia nos sorprende con nuevas aventuras que se suman a la larga lista de regalos visuales llegados desde su alma. Pues, la creadora va mutando, cambiando de las anteriores exposiciones. Es como un recubrirse de nueva piel, con vasos comunicantes, siempre, entre cada una. Porque dentro va implícita la esencia de su inspiración. Y aunque el hierro ha atrapado sus instintos creativos durante mucho tiempo, la madera va y viene siempre. Es la protagonista de sus historias escultóricas más recientes.
En sus ensamblajes actuales de variados tipos de madera, hay un juego de formas que nos dan pie a pensar en: ¿Tótem?, ¿Rasgos de la naturaleza o la fauna?, ¿Abstracciones?… Cada uno puede construir su obra desde la imaginación. Ella nos brinda claves y, además, nos convida a visitar los parajes más internos del hombre. La creadora, que tiene a su haber más de 55 obras emplazadas en Cuba y en otros países, construye paralelamente a su obra escultórica inmensos murales que resultan como una suerte de “juegos” que respiran como pinturas volumétricas en las paredes.
Al degustar con la vista las piezas de Lidia Aguilera, fundadora de la Asociación Cubana de Artesanos Artistas (ACAA), uno va descubriendo los diseños que se incorporan tejiendo formas en el espacio, entregando unas transparencias que siempre nos dejan ver del otro lado, porque a la creadora nunca le ha gustado lo compacto, para poder ver más allá y seguir como en un camino abierto que no termina, hasta lo eterno… Cuando uno observa estas creaciones en la galería, siente en lo más profundo estar viendo un conjunto de árboles sembrados en el espacio. Un pedazo de la naturaleza artística cubana, y no dejamos de pensar en el más universal de nuestros creadores: Wifredo Lam. ¿Hay deudas? Lidia reconoce que al finalizar estas piezas veía formas que se le acercaban, lo recordaban… Y uno parece estar inmerso como en una nueva Jungla, que aunque pudiera ser un homenaje, es la Jungla de Lidia Aguilera.