Manuel Mendive lleva los mitos piel adentro y salen al mundo exterior transformados en poesía, energía, y color. Las fabulaciones, tradiciones y realidades de lo imaginario afrocubano se posan en sus piezas —verdaderos trofeos al buen gusto estético—, donde campean, a su libre albedrío, los sueños primigenios, y la vida como a través del tiempo. El artista –graduado en la Academia de Bellas Artes San Alejandro, en 1963-, realizó estudios en el Departamento de Etnología y Folklore, de la Academia de Ciencias de Cuba, y de Historia del Arte, en la Facultad de Humanidades, Escuela de Letras, de la Universidad de La Habana.
Con una magia particular combina los tonos, une al hombre con la tierra que lo engendró y también a la naturaleza (plantas, animales…) creando un espacio personal donde se mueven sus criaturas en un tiempo que no parece caminar. Todo vibra en un ambiente natural, festivo, donde cada cosa tiene su lugar. En sus cuadros se permea la alegría de vivir y se enciende la imaginación. Esa que llega de un profundo sentimiento de la realidad y de la tierra, y de una inquieta sensibilidad religiosa, donde ritos y creencias se transforman en sensaciones. Artista netamente cubano, Manuel Mendive enfoca su creatividad hacia los ancestros africanos, tomando mucho del panteón Yoruba. Mezcla diversas técnicas, maneras, estilos y tonalidades sobre disímiles soportes y texturas que enriquecen su obra. Pinturas, dibujos, esculturas…, se mueven en su prisma artístico que no tiene límites al trabajar en los soportes: madera, tela, hierro, cerámica, piedra, la piel de animales y hasta el cuerpo humano constituyen superficies idóneas para plasmar los más variados mitos, sueños y narraciones plásticas que atrapan a los espectadores.
Imágenes como las del comienzo de la vida en la Tierra, claves que llegan de un universo exuberante como el eterno diálogo entre hombre-naturaleza, se trenzan en sus aves, peces, paisajes y estadíos de ensueño que siembra en lienzos/cartulinas/esculturas para hacernos viajar visualmente por su universo. Cada una de las formas creadas-recreadas por este artista, Premio Nacional de Artes Plásticas 2001, resulta un divertimento de amplio calibre estético que nos acerca a las raíces del hombre. En sus esculturas, los volúmenes se develan en un movimiento infinito por sus valores formales siempre diferentes. El arte vibra también en la tridimensionalidad creadora como un lenguaje mágico-pictórico.
Entre los múltiples reconocimientos recibidos a lo largo de su amplia y rica trayectoria se pueden subrayar la Orden Caballero de las Artes y las Letras del Ministerio de Cultura y Francofonía de la República de Francia (1994), la Orden Félix Varela del Consejo de Estado de la República de Cuba (1994), la Medalla de los Cinco Continentes de la UNESCO (2009), y otros. El célebre creador, Rogelio Martínez Fouré dijo en una ocasión: “Es difícil clasificar dentro de una escuela o tendencia determinada la obra de Mendive. No es simbolista ni primitivo, en el sentido europeo. Más que un pintor, es un creador, término que permite englobar al pintor, dibujante, escultor, instalacionista, grabador, muralista, escenógrafo, diseñador y artista del performance que es Mendive”. Mientras que el crítico Israel Castellanos sentenció: “Creador de un universo y un estilo muy personales, habitados por orishas, deidades fundidas con la naturaleza e iluminadas por una pródiga imaginación, Mendive es una suerte de demiurgo representacional que de cierto modo ha atendido las señales dejadas por esos dos grandes hitos del llamado arte afrocubano: Wifredo Lam (1902-1982) y Roberto Diago (1920-1957).”