Un fuerte efecto ocasionan sus piezas. En una manera casi académica en lo referente a las aplicaciones tradicionales del medio, superpone la fiereza de un trazo libre y expresivo. Surgen las figuras: los animales se humanizan, los hombres adquieren sin proponérselo rasgos animales, los planos se confunden. Es realidad/fantasía.
A pesar de las dificultades de la acuarela, Roberto Fabelo (Camagüey, 1950) siempre ha estado muy inmerso en ella, pues, para él es interesante y rica para comunicar determinadas vivencias y estados. Ese medio acuoso, transparente, brillante, le permite efectos increíbles y diferentes. Y constituye una forma de expresión, algo recurrente en su labor. Aunque desde finales del pasado siglo, el creador se acercó a la pintura. Oleos sobre tela donde aparece ese mundo entre expresionista-surrealista-fantástico, tan propio de su quehacer, en el que no faltan tampoco soluciones muy cercanas a la ¿acuarela? Pues, luego de tanto dibujar, y utilizar soportes de papel y cartulina, donde el color se hizo protagonista de sus historias, los mismos temas abordados le reclamaban la acuarela. Aunque más tarde comprendió que necesitaba otro soporte. “Por eso comencé a enfrentarme a maderas y telas con óleo», dijo el creador.
Este extraordinario dibujante y acuarelista, Premio Nacional de Artes Plásticas 2004, quien nos introduce en un mundo rico en impresiones humanas, ha demostrado que sin complejos ante el dibujo y el óleo, la acuarela bien realizada aún atrae en estos tiempos. Al valerse de un rápido rasgo, introduce la fantasía y penetra por otro costado de la temática entre satírica y demoníaca, entre histórica y onírica, lírica y simbólica en que incursiona desde hace tiempo. En sus estampas se traslucen formas que oscilan entre lo renacentista y barroco, lo romántico y lo expresionista.
Para salir de la bidimensionalidad, el artista quien es graduado de la Escuela Nacional de Arte (1976) y del Instituto Superior de Arte, La Habana (1981), «construye» pequeñas esculturas policromadas, retablos y mosaicos rústicos, donde respiran también sus personajes. Es como si salieran de telas y cartulinas en la búsqueda de la libertad exterior. Son rostros de matiz expresionista, como extraídos de sus paseos por las calles, pues siempre ha tenido la intención de seguir «retratando» el mundo y hacer una galería de imágenes de la realidad. Examina mucho a las personas que se encuentra por el camino, y en la madera alcanzan otra dimensión. Le gusta siempre abrir nuevas puertas…
En ese estado de tránsito hacia el dominio de las cosas, hacia el conocimiento, que como filosofía reconoce es una mecánica muy importante para rejuvenecer y renovarse constantemente, Fabelo crea, porque allí es donde se sienten y registran las inquietudes y emociones más interesantes, insólitas e inusitadas. Su obra es una suerte de collage, de recuerdos/personas/objetos de distintas procedencias que mucho le motivan. Y dibuja y dibuja sin cesar, acumulando así carpetas, que constituyen su banco de imágenes que tiene guardadas. Toda su obra surge de esas carpetas. Roberto Fabelo en todo este tiempo ha transitado, con su obra, por el teatro de la vida, que él ha respirado profundamente, porque nada le es ajeno. Es, a fin de cuentas, un observador nato, un sicólogo de la simbología humana, hacedor de mundos…