Uno de los edificios que escoltan la Plaza de la Revolución de La Habana, de moderna y singular arquitectura, es la sede del Teatro Nacional de Cuba. La primera piedra para iniciar los trabajos de construcción de dicha instalación se ubicó allí en 1952, pero no fue hasta el 3 de septiembre de 1979, que se inaugura oficialmente el mismo, en ocasión de una gala para las delegaciones a la Sexta Cumbre del Movimiento de Países No Alineados. Aunque desde 1960 funcionaron algunos espacios de la instalación.
Entre sus formas habitan lo estético y lo utilitario en armonía, pues, resulta un Complejo Cultural y recreativo que engloba en sus interiores tres salas de teatro: la Avellaneda (la mayor), con capacidad para 2056 espectadores, en sus tres niveles, bautizada con el nombre de una importante escritora cubana del siglo XIX: Gertrudis Gómez de Avellaneda. En sus tablas se dan cita importantes espectáculos de las más variadas artes. Sus diversas salas y espacios se abren amplios a agrupaciones, orquestas y solistas de las más variadas tendencias y estilos. Ellos integran un interesante collage artístico. La sala Covarrubias (806 capacidades) fue nombrada así en homenaje a Francisco Covarrubias (1775-1850), autor teatral considerado el primer caricato cubano y fundador del Teatro Cuba. Ambas salas poseen excelentes condiciones acústicas y están dotadas de modernas tecnologías en iluminación, sonido y tramoya escénica, así como de diferentes servicios (vestuario, maquillaje).
Se suma un espacio de teatro arenas, en el 9no piso de la instalación. Además cuenta con dos áreas expositivas: la galería René Portocarrero y Avellaneda, –ubicadas en los vestíbulos de ambas salas, respectivamente-, amén de un café cantante en el sótano, y otro en el último piso de la instalación, Delirio Habanero, con vista panorámica a la Plaza. Las instalaciones del TNC son sede también de la compañía Danza Contemporánea de Cuba.
Destacados artistas plásticos cubanos dejaron, en diversas áreas de los jardines y del edificio del teatro, sus huellas creativas en murales y esculturas, entre los que se cuentan René Portocarrero, Raúl Martínez, Rita Longa, Sandú Darié, Rolando López Dirube, Alfredo Lozano, Romás Oliva, Eugenio Rodríguez, Gabriel Sorzano, Eugenio Rodríguez y Roberto Estopiñán, que le aportan una riqueza patrimonial a dicha institución, que entre otras importantes actividades, es subsede de los Festivales Internacionales de Ballet de La Habana, por sólo mencionar este. Por el TNC han pasado importantes personalidades del universo artístico cubano e internacional en las más disímiles manifestaciones a lo largo del tiempo.