Cuando uno se adentra en las piezas del artista Vicente Hernández (Batabanó,1971) la vista y los sentidos son atrapados de una manera vertiginosa. Es un imán que atrae, una voz que nos grita, un campo que nos invita a penetrar por sus laberintos, y sondear los entramados de toda una suerte de estancias que juegan con la memoria, la inteligencia y muchos conceptos. Esos que se agolpan entre formas/colores y esa línea, que en sus creaciones nunca llega a ser recta por completo…Una de las causas por las que sus pinturas, además, nos sumergen en el universo de la armonía.
La obra del creador, -graduado del Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona de La Habana (1994), como Licenciado en Artes Plásticas con título de Oro-, explora el carácter fronterizo del Tiempo, y penetra en la riqueza metafórica de sus membranas, esas que pueden separar lo interior de lo exterior, y que dividen un universo de otro como su anverso/opuesto.
Todo cabe en su mundo. Pues esa sensación de vivir en un planeta, en un “globo redondo” que flota en el espacio nos la hace sentir en cada creación (sumida en líneas curvas) surgida de sus hábiles manos. Pero no solo físicamente, sino internamente, porque la vastedad de la superficie en que se mueve (tierra, mar y cielo) es tal que puede tocarlo todo… Es, en una palabra, esa sensación de ver con los ojos de un Dios que desde lo alto observa el movimiento de cada uno de todos nosotros. Aunque hay algo que lo delata terrenal, terrícola y CUBANO, en particular: el amor por su terruño natal: Batabanó. Ese pequeño y olvidado puerto del Sur de Mayabeque, bañado por el Caribe, es el centro de la Tierra, del mundo y de sus obras. Allí nacieron él y sus pinturas. Por más que se acumulen elementos en el lienzo, y lugares conocidos (París, La Habana, Nueva York, Toronto, Roma, Venecia…), e inventados, artefactos, medios de transportes, casas, gentes… Batabanó aparece de la forma más inaudita y real.
Para hablar de su quehacer artístico hay que armarse de todas las municiones posibles, y entonces poder conquistar hasta sus más caros sueños, esos que deambulan también por las historias tejidas con el óleo, y hasta “conocer” los más disímiles lenguajes para entender/alcanzar la mayor cantidad posible de las palabras/hechos/situaciones… que se agitan en ese inmenso mar pictórico donde se barajan muchos conceptos como el tiempo, los ciclones, el mundo, la vida, el cielo (como vastedad), Batabanó… y muchos más. Entre tantas sensaciones que embargan al espectador, hay una que sobresale, y es que al mirar sus cuadros uno sabe que el tiempo se ha detenido allí, un proceso que no va al paso con la contemporaneidad, tan agitada, que está siempre en movimiento. Es como si no pasara “!aparentemente!” refiere el creador, porque detrás todo gira, se agita… Sólo hay que ver el viento que a tropel cruza por los lienzos, envueltos en esas gamas de colores tan personal que lo identifica siempre. Tonos fríos y cálidos que se complementan y fluyen desde el centro hacia afuera del “semicírculo”, y ese aire, de tormenta, que le recuerda siempre aquellos ciclones que batían sin cesar las indefensas costas del puerto del Surgidero de Batabanó, y nunca lo abandona. Precisamente, para no olvidar, pinta y construye desde sus telas –que serán un día Patrimonio de ese pueblo, hoy casi fantasmal- los recuerdos de lo que fue. Es su Macondo (real).Todo ello matizado en tonos que llegan del Surrealismo, Conceptualismo y, en estos últimos tiempos hasta con dimensiones hiperrealistas sumadas a ese contexto, sin olvidar el ¡realismo mágico de estas tierras!
VICENTE HERNÁNDEZ
Vicente Hernández, Batabanó, Mayabeque (antigua Provincia Habana) 1971. Pintor, escultor, grabador y dibujante. Sus temas, alegóricos a sus raíces, han sido interpretados a través del tamiz del surrealismo barroco, que en literatura se nombra como realismo mágico y real maravilloso. Ha participado en cerca de cien ferias internacionales de arte en América y Europa. Ha realizado 15 exposiciones personales y alrededor de cien colectivas alrededor del mundo.
Ha participado en las subastas de arte latinoamericano de Sotheby’s, Christie’s y Phillips, en New York. Su obra aparece reseñada en libros, revistas, periódicos y catálogos de arte. Ha tomado parte y gestado proyectos comunitarios y de ambientación urbana. Ha ofrecido charlas y conferencias en universidades de su país y en los Estados Unidos. Sus piezas se encuentran importantes colecciones privadas en Estados Unidos, México, Marruecos, Francia, Perú, España, Italia, Japón, República Dominicana, entre otros, y en museos de Estados Unidos, Cuba y Brasil.