Frente a sus creaciones pictóricas, el espectador se conmueve por tantos enigmas… Contemplarlas resulta como visitar el gabinete de Pentesilea, la adivina del Renacimiento, o caminar por el Antiguo Egipto; vivir como si estuviésemos en otro estado del cuerpo y del alma, en un sitio extraño donde una vez vivimos y cuya conciencia nos sorprende, o como si participáramos de pronto ante una visión que resume la geografía universal y sus culturas. Es, en pocas palabras, como si viésemos nuestro rapto reflejado en un espejo…
Moisés Finalé (Cárdenas, Matanzas, 1957) regala sus visiones de un viaje por el tiempo que incluye los adentros del Hombre. Porque, no hay dudas, en todos estos años de intensa creatividad el artista ha conformado un original “rompecabezas” donde seremos también protagonistas al lograr “armarlo” con las imágenes que llegan desde el más absurdo y hermoso de los inventarios a partir de una cosmovisión ¿imposible? ¿Impensable?
En ese recorrido artístico original indaga acerca de la identidad cultural, y sus creaciones enfocan parajes remotos que construye en su mente y luego arma sobre las telas. El pinta lo que ven sus ojos -incluso por dentro- y establece un juego de imágenes semánticas y pictóricas que despiertan en quien las observa múltiples evocaciones. Y las texturas/formas/situaciones que evocan personajes, objetos y fondos de sus pinturas parecen llegar desde distintas épocas vividas por el Hombre en su bregar por la Tierra…
Para llegar aquí, Moisés Finalé -graduado de la Escuela Nacional de Arte (ENA), 1975, y del Instituto Superior de Arte (ISA), 1979- ha desandado un amplio camino, aunque a decir verdad, desde sus inicios profesionales allá por los 80 -del que resulta uno de los más interesantes/excelentes exponentes-, el artista entregaba ya una de las obras más fuertes, personales y expresivas de la plástica cubana. Los años lo han enriquecido, y en su obra que no se adhiere a una tendencia específica –aunque bebe de la cultura japonesa (estampas), de la simbología egipcia, del expresionismo, fauvismo y de la Vanguardia plástica cubana-, él armoniza todos los medios de la práctica profesional que ha conocido. Utiliza indistintamente los códigos del arte moderno y del postmodernismo, y estructura las imágenes con diversas gamas y tratamientos. Pueden deslizarse por sus superficies barrocas una técnica tradicional combinada, una distorsión lineal o un trazado punzante, algún brochazo informalista, una pintura libremente dispuesta y a veces chorreada, y hasta algún dibujo tomado de expresiones infantiles… Todo ello desbordando y hasta sumando asuntos ya tratados en otras series muy anteriores, relacionados con sus visiones de la historia universal del arte, las iconografías religiosas, tipologías humanas del escenario circundante, animales y objetos cotidianos.
El artista que fundó junto con otros creadores el grupo 4 x 4 (1983) y formó parte del proyecto Trayectoria Cubana, dirigido por el crítico francés Pierre Gaudibert, en su quehacer creativo contrapone técnicas, materias, formas, trazos y tonalidades, alcanza una textura visual de alto calibre que es co-protagonista de estas historias donde no faltan también referencias etnográficas, antropológicas mezcladas con experiencias muy íntimas. Todo ello matiza un sistema pictórico que se vale de variados elementos míticos sincréticos, figuraciones bíblicas y objetos simbólicos, donde deambulan seres que se buscan, conversan, o simplemente nos entregan anécdotas insólitas de un vocabulario de gestos, miradas y hechos que sentimos cotidianos. Los fondos a veces son las mismas figuras que llevan la impronta de una libertad gestual. Su obra que no tiene fronteras incluso en el estrecho límite de las telas o maderas, tejidos, donde se mezcla el acrílico, con técnicas mixtas e incluso el metal. Porque todo le sirve para decir y crear.
Por entre el entramado de sus cuadros hierven las vibrantes y cálidas masas de colores a veces encendidos, cuyos luminosos fulgores se organizan en refinados contrastes de temperatura y tono; los fondos restregados sin menoscabar la arquitectura; la armadura de gestos precisos, directos, definitorios, rápidos, son dados con la elegancia de una mano firme, sabiamente ejercitada en retener las impresiones fugaces. De esta manera se puede también describir, mejor que clasificar, la pintura de Moisés Finalé.
A finales del 2020, el sabio creador mostraba la exposición Fiesta de máscaras, junto con los artistas invitados X Alfonso y Maden Morgan, en la galería Artis 718 (calle 7ma. esquina 18, Miramar, La Habana).